miércoles, 9 de septiembre de 2009

NOTAS DEL IDIOMA (90)


¿Violencia de género?

¿Qué estamos haciendo individual y colectivamente las mujeres por superar las inequidades de género?” “(…) Secretaria de Equidad de Género afirma (…)”. (El Colombiano, 4a, 24 de noviembre de 2008, columna de la señora Sonia Gómez).

“A ello se suma el fortalecimiento de la justicia de género (…)”. “Los programas de fortalecimiento de la justicia permitirán atender con perspectiva de género las denuncias de las mujeres”. “Es pensar la seguridad desde la perspectiva de género (…)”. “Las violencias de género son la primera causa de mortalidad en el mundo”. (El Colombiano, 8a, 26 de noviembre de 2008, artículo sobre la seguridad de las mujeres).

“Una idea que sirve para la equidad de género”. “La Feria tiene como objetivo ayudar a cumplir los objetivos del milenio, donde el tema de la equidad de género es fundamental”. (El Colombiano, 6a, 27 de noviembre de 2008).

Las anteriores citas nos dan una idea del uso amplio de la palabra género en vez de sexo para referirse a los problemas de inequidad y violencia que afrontan las mujeres. Dicho uso es erróneo. Veamos lo que al respecto escribió Fernando Lázaro Carreter*, “uno de los lingüistas más prestigiosos que han conocido España e Hispanoamérica y quien fue director de la Real Academia Española entre 1991 y 1998”:

“También he procurado enterarme sobre qué hace ahí ese género, y de las averiguaciones resultan probados los siguientes hechos: a) en inglés, el vocablo gender significa, a la vez, ‘género’ y ‘sexo’; sabemos todos que, en las lenguas románicas, estos términos tienen significados muy distintos, gramatical el uno y biológico el otro. Y que, además, no siempre se corresponden: criatura, persona o víctima, voces gramaticalmente femeninas, pueden nombrar indistintamente a un varón o a una mujer; a la inversa, marimacho, palabra de género masculino ordinariamente, se aplica sólo a mujeres; y cocinilla, diminutivo del femenino cocina, sirve para descalificar a un varón ‘que se entromete en cosas, especialmente domésticas, que no son de su incumbencia’, según la Academia; un encanto, vocablo masculino, puede remitir tanto a una dama como a un caballero; (…); b) en el Congreso sobre la Mujer celebrado en Pekín en 1995, los traductores de la ONU dieron a gender el significado de ‘sexo’; así incluían también a los transexuales, que, siendo hombres de cuerpo, se sienten mujeres, o a la inversa: también se ceba la violencia contra sus personas”.

“La solución, inmediatamente aceptada por algunos siervos de la lengua inglesa, satisfará, tal vez, a quienes tienen que vivir en tal contrariedad, y sería aceptable si no hiriera el sentimiento lingüístico castellano (y catalán, portugués, italiano, francés, etc.), donde se diferencian muy bien cosas tan distintas como son el género y el sexo. Hablar de violencia de género parece demasiada sumisión a los dictados de la ONU, autora de tantos desmanes lingüísticos. Por supuesto, y para que conste, creo que esa violencia debe ser duramente perseguida, pero con otro nombre. En realidad, es una violencia de superioridad, sea sexual, física, de poder o de otras clases: también estas violencias debieran ser legalmente perseguidas; igualmente, la Gramática merece un respeto”.
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*Fernando Lázaro Carreter, El nuevo dardo de la palabra, Madrid: Santillana Ediciones Generales: 2005, pp. 138-139.
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"(...) miles de residentes [en Baja California] que ven impávidos como el fuego voraz de los incendios arrasan todo a su paso (...)" (El Colombiano, 1a, 2 de septiembre de 2009).
El adjetivo impávido significa (DRAE) 'libre de pavor, sereno ante el peligro, impertérrito'. Es muy dudoso que los residentes de Baja California hayan estado serenos ante la destrucción de sus moradas. Más probablemente estuvieron pávidos, adjetivo este último que significa 'lleno de pavor, tímido, medroso'. Además de impropiedad en la selección del adjetivo, hay en esta frase un error de concordancia entre el sujeto (el fuego voraz) y el tiempo verbal (arrasan); lo correcto hubiera sido: "el fuego voraz de los incendios arrasa (...)".
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"Eran otros tiempos, reconoce Marta, y aunque su padre se opuso a seguir esta opción [la pintura], le acólito a continuar con un arte en el que los paisajes son el tema dominante". (El Colombiano, 4d, 22 de abril de 2009, artículo sobre la artista Marta Santamaría).
En tan pocas palabras hay tres errores, a saber: 1) el leísmo, o sea, el uso de le en vez de la para referirse a un complemento directo de género femenino (Marta). 2) Usar la palabra esdrújula acólito, que es un sustantivo, en vez de la inflexión verbal aguda acolitó. 3) Usar esa inflexión verbal con la preposición a. Según el Nuevo diccionario de americanismos, tomo 1, Colombianismos, el verbo acolitar se usa con la preposición para con el siguiente significado: 'apoyar a una persona o encubrirla para hacer algo". Entonces lo que hizo el padre de la artista fue lo siguiente: (...) la acolitó para continuar con un arte (...).
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Federico Díaz González
Editor de Iatreia

martes, 8 de septiembre de 2009

NOTAS DEL IDIOMA (89)

“Desde las perspectivas religiosa e histórica, ese ejercicio es por completo baldío”. (El Colombiano, 4a, 9 de enero de 2009, columna del señor Jorge Humberto Botero sobre la tragedia palestina).

Usa el columnista en esta frase, correctamente, la palabra baldío, cuya tercera acepción (DRAE) es ‘vano, sin motivo ni fundamento’. Pudo también haber usado un vocablo parecido, baladí, que significa ‘de poca importancia’. Entre las demás acepciones de baldío incluye el DRAE una como de uso en Colombia: ‘Dicho de un terreno: del dominio eminente del Estado, susceptible de apropiación privada, mediante ocupación acompañada del trabajo o de la adquisición de bonos del Estado’.
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“Mañana arranca muy en serio el último año de la primera década de 2000”. (Editorial de El Colombiano, 12 de enero de 2009).

“Pero, además, habrá ocho temas que intentarán darle las claves para llegar un poco más preparado al último año de la primera década del siglo XXI”. (El Colombiano, revista Resumen 2008, página 18, columna de la señora Ana Mercedes Gómez Martínez).

“Empezó el último año de la primera década del nuevo milenio y la gente de Medellín y del mundo lo recibió con los brazos abiertos”. (El Colombiano, 1a, 2 de enero de 2009).

En estas tres citas se incurre en el mismo error, que no es idiomático sino de cómputo del tiempo. En efecto: el último año de la primera década del siglo XXI no es 2009 sino 2010 porque la década no empezó en 2000 sino en 2001. El error, que se perpetúa, data de 1999 cuando se afirmó, erradamente, que el 31 de diciembre terminaban el siglo XX y el II milenio. En realidad faltaba un año más, el 2000, para que finalizaran el siglo y el milenio pero pudo más el afán de celebraciones.
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Aún con todo lo que significa para el Presidente la negación de su segunda reelección, es muy posible que esta no sea el principal problema que encara en lo que resta de su mandato”. (El Colombiano, 4a, 9 de diciembre de 2008, columna del señor León Valencia).

Dice la regla: “El adverbio aun se escribe con tilde cuando pueda sustituirse por todavía sin alterar el sentido de la frase: Aún está enfermo. Está enfermo todavía. En los demás casos, es decir, con el significado de hasta, también, inclusive (o siquiera, con negación), se escribirá sin tilde”.

En la frase citada es claro que aun significa inclusive. Por ello no debió llevar tilde.
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“El verde intenso de los espesos bosques, el gorgojeo del agua que baja por inmaculados manantiales y el silencio prolongado, solamente interrumpido por el canto de los pájaros”. (Periódico ADN, página 4, 12 de diciembre de 2008).

El sustantivo gorgojeo y el verbo gorgojear no existen; cuando las semillas crían gorgojos se usa el verbo pronominal gorgojarse. Ejemplo: El maíz se gorgojó. El ruido que hace un líquido o un gas al moverse en el interior de alguna cavidad se llama gorgoteo y el correspondiente verbo es gorgotear. A lo anterior se puede agregar, con respecto a la cita, que el agua no baja por los manantiales sino que brota o mana de ellos.
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“Fijar avisos en los que aclaren que son espacios libres de humo de cigarrillo y adoptar medidas para disuadir a los fumadores para que no consuman”. (Periódico ADN, página 6, 3 de diciembre de 2008).

La frase disuadir a los fumadores para que no consuman entraña una doble negación y equivale a persuadir a los fumadores para que consuman. El verbo disuadir significa ‘inducir, mover a alguien con razones a mudar de dictamen o a desistir de un propósito’. Por su parte, persuadir significa ‘inducir, mover, obligar a alguien con razones a creer o hacer algo’. Lo que se necesita para evitar los males asociados al tabaquismo es persuadir a los fumadores para que no consuman, o bien, disuadirlos de consumir.
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Citas tomadas de la columna Lo único que hay que hacer para ser felices… es merecerlo, escrita por la señora Ángela Marulanda (El Colombiano, 5a, 27 de agosto de 2009):

“El éxito se puede alcanzar en diferentes ámbitos. Uno es aquel que se mide con base en el poder económico, la belleza física, la posición social o política… cualquier cosa que nos dé reconocimiento en el mundo de lo material. Destacarse por cualquiera de lo anterior satisface la necesidad de sentirnos importantes (…)”.

La concordancia debió ser en plural: Destacarse por cualquiera de los anteriores pues se está aludiendo a tres o más formas de alcanzar el éxito: el poder, la belleza, la posición, etc.

“Por eso, entre más estimulemos a los hijos a que beneficien a los demás (…) mayor será la alegría y la satisfacción que gozarán”.

La expresión correcta es cuanto más. También se acepta mientras más en el lenguaje hablado, coloquial, pero no en el escrito. Y en cuanto a la concordancia, debió ser en plural: mayores serán porque se refiere a dos complementos directos, la alegría y la satisfacción.
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Federico Díaz González

Editor de Iatreia

martes, 1 de septiembre de 2009

NOTAS DEL IDIOMA (88)

“(…) ya que el Gobierno le apuesta al Fondo [de estabilización de precios de combustibles], que ya tiene un case de unos 170 millones de dólares”. (El Colombiano, 1b, 30 de diciembre de 2008).

El vocablo case no está registrado en el DRAE ni aparece en el Diccionario del español actual, pero sí en el Nuevo diccionario de colombianismos con el significado de ‘dinero que aportan los jugadores para una apuesta’. Es entendible que se use case para referirse al capital semilla del Fondo pues se está hablando de una apuesta del Gobierno. Lo que no es apropiado, a mi modo de ver las cosas, es usar un lenguaje de tahúres para referirse a un asunto tan crucial como la economía de los combustibles.
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“La medida busca que los incrementos se produzcan gradualmente en el tiempo”. (El Colombiano, 1b, 30 de diciembre de 2008).

Cabe preguntarse si algo se puede producir gradualmente sin que intervenga el factor tiempo. La respuesta es, obviamente, negativa por lo que basta con decir “La medida busca que los incrementos se produzcan gradualmente”. El resto de la frase es redundante.
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“Piden exhumar fosas en Chocó”. (El Colombiano, 11a, 3 de enero de 2009).

En realidad no se exhuman las fosas sino que se las excava para exhumar los cadáveres o restos humanos que haya en ellas. También se exhuman las ruinas, estatuas, monedas, etc., en las excavaciones arqueológicas.
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“Los golpes propiciados a la guerrilla, hasta lograr diezmarla y replegarla (…)”. (Editorial de El Colombiano, 8 de enero de 2009).

Se confunden en este editorial los verbos propiciar y propinar. El primero significa (DRAE) ‘ablandar, aplacar la ira de alguien, haciéndole favorable, benigno y propicio’. ‘Atraer o ganar el favor o benevolencia de alguien’. ‘Favorecer la ejecución de algo’. En cuanto a propinar, expresa la idea de ‘dar un golpe’. Entonces, corregida, la frase queda así: “Los golpes propinados a la guerrilla (…)”.
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“Escóndale la cara al Sol”. “(…) el Sol en exceso puede ser dañino para su piel (…)”. “Sol y piscina, Sol y playa”. (El Colombiano, 5b, 4 de enero de 2009).

¿Es necesaria en estas frases la mayúscula de la palabra sol? Veamos lo que dice la Ortografía de la lengua española: “Se escribirá con letra inicial mayúscula todo nombre propio como son los siguientes:

d) Nombres de constelaciones, estrellas, planetas o astros, estrictamente considerados como tales. Ejemplo: El Sol es el astro central de nuestro sistema planetario.

Por el contrario, si el nombre se refiere en el caso del Sol y de la Luna, a los fenómenos sensibles de ellos derivados, se escribirá con minúscula. Ejemplo: Tomar el sol.

Entonces, en las frases citadas, es innecesaria la mayúscula en la palabra sol, excepto en la tercera por estar al comienzo.
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“Uno siempre piensa, no sé porque, que los va a perder (…)”. (El Colombiano, 3b, 11 de enero de 2009, artículo sobre el primer día de guardería de los hijos).

Se usó erradamente en esta frase la conjunción causal porque cuyo significado es ‘por causa o razón de que’, en vez de la locución adverbial por qué la cual ‘interroga por la razón, causa o motivo de algo’.
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En un informe sobre la prevención del cáncer por selección genética prenatal (El Colombiano, 5b, 11 de enero de 2009) aparecieron las siguientes frases:

Primera: “(…) evitar que los embriones de un nuevo ser humano lleven esta carga genética”.

Cada ser humano proviene de un solo embrión; por ello es erróneo el plural los embriones. Probablemente se quiso decir los genes.

Segunda: “Para quienes se preguntan si este tipo de aproximaciones científicas (…)”. “(…) la prevención de las enfermedades mediante aproximaciones genéticas”.

El uso en estas frases del término aproximaciones es fruto de una traducción literal e incorrecta del vocablo inglés approaches; constituye uno de los falsos amigos. La traducción correcta en este contexto es enfoques.

Tercera: “El permiso para autorizar este método que permitió el nacimiento de la niña fue otorgado por (…)”.

Hay en esta cita una doble redundancia: en primer lugar porque los verbos permitir y autorizar son sinónimos. En segundo lugar por usar permiso y permitió. Corregida, la frase puede quedar así: “La autorización para efectuar este método condujo al nacimiento de la niña”, o bien, “Una vez autorizado este método se logró el nacimiento de la niña”.

Cuarta: “(…) estamos lejos de lograrlos más que por la capacidad tecnológica es por la conceptualización de la prevención de la enfermedad mediante aproximaciones genéticas”.

La sesquipedálica palabra conceptualización, no registrada en el DRAE, se puede sustituir por conceptuación que sí lo está, con los significados de ‘acción y efecto de conceptuar’ y ‘aprecio de las cualidades de alguien’. A su vez conceptuar y su sinónimo conceptualizar significan ‘formar conceptos acerca de algo’.

Cabría preguntarse: ¿Qué significa “la conceptualización de la prevención”? Pero al margen de cuál sea la respuesta, la frase tiene también el error de la reiteración fonética (cion, cion, ciones) que constituye cacofonía.
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Federico Díaz González
Editor de Iatreia